Te olvidaste de la muerte, de los dinosaurios, pero los libros te hablan. Te enojaste porque encontraron un reemplazo de tus ilustraciones, Y tu encontraste un reemplazo que toma fotografías de tus flores, ¿Cómo quieres que no diga nada? ¿cómo quieres que no sienta tristeza?
Yo había matado las flores pero tu querías salvar las raíces, al final decidiste que tampoco ellas vivirían. Antes yo buscaba el equilibrio entre árboles, ahora alguien más lo busca, ojalá ella si lo encuentre, ojalá yo también lo encuentre. Ya no hay flores en la mesa, la mesa también se fue, ahora tengo que encontrarla, ahora tengo que encontrarme, aunque a las flores y a la hierba las encuentro en todos lados. Esta bien porque al final te veías como un sauce llorón, supongo que tanto abono te ahogo y eso es lo que más duele o huele porque a veces tanto amor como el abono apesta. Tan los libros te hablan que hasta te animaste a conocer a Don Juan, que bueno que no te lo presenté yo, porque ni la mano le hubieras extendido, así como no te animaste a bailar con Murakami. Al final no sólo te quedaste en las plantas, en el mar, en las olas, en los peces que se convierten en pescados, en los delfines, en cada grano de arena, en el bosque, en la música, en los perros, o en el plankton, te quedaste en todo, así como nuestros sueños compartidos (o no, asegun) que se quedaron en el Venado. Por matar las raíces para que crezcan en otro lado, supongo siempre gracias, aunque sea solo de dientes pa´fuera, así que por favor te pido, dime ¿dónde consigo una pastilla del olvido?
Sin miedo, Abhaya.
atras