Cuando pienso en morir, imagino que lo mejor sería que alguien esparciera mis cenizas en el mar. Que el calor del fuego deshaga los huesos, los músculos. ¿La sangre se evapora? No sé cuánto tiempo tarda en secarse el cuerpo. La obscuridad devorando el rostro, las manos, las piernas. El final, ser ceniza. Un cùmulo de huesos y minerales volando lentamente hasta tocar el agua, comida para peces. Evitar a toda costa el proceso de descomposiciòn. Me da miedo pensar en mi cuerpo pudriendose lentamente, saber que mis entrañas estan siendo devoradas. Se me revuelve el estòmago solo de pensar en mis pulmones, alguna vez llenos de aire repletos de lombrices. No quiero mis huesos dentro de una caja. Prefiero dejar de existir completamente, o pensandolo mejor si no puedo ser cremada y arrojada amorosamente en el oceano prefiero no morir. Que la bestia come cuerpos no me toque. Evadirla bailando y sumergirla en una entera y absoluta confusiòn. Yo sería aquel ser vivo que se le escurrió de las manos por miedo a la inmundicia cadavèrica. Vencerla con la vida estirada hasta el para siempre. Deslizandome entre su velo sin ser tomada por el cuello. No habrà rigor mortis. Que la vejez anteceda a la juventud y se desplome la muerte.
Ni hoy ni mañana me vas a llevar si no me pueden esparcir en el mar.