Tenemos que poner presión crítica sobre la sexualidad masculina. Ahora más que nunca, hay que analizar, discutir, explicar, sacarla a la luz. Hay que hacerlo, porque hay algo en la sexualidad masculina que entiende al goce sexual como el objeto de un pequeño robo.
Pareciera que una nación entera (sino es que un mundo) ve a la mujer, toda y en sus partes, como algo que arrebatar a escondidas. Los hombres roban sus placeres. Desde la supuesta inocencia de las miradas, hasta los tocamientos - hay una lógica que se extiende hasta las violaciones y los feminicidios.
Esta lógica sexual la solapa una cultura del depredador. Una ley no-escrita que permite lo prohibido. Un "no pasa nada". Un "se la merece".
Pero, a mi ver, lo que hay que entender de esta estructura es lo lejano, lo avergonzado y avergonzante, lo cobarde de la heterosexualidad masculina. Como está condenada a "lo oscurito". Su incapacidad de imaginarse digna, orgullosa, generosa y merecedora de la sexualidad de sus parejas.
Las faltas a la dignidad de la mujer vienen de una profunda vergüenza en el hombre. Una sexualidad que se autoconcibe de raíz como mayor o menormente criminal -- de la mirada robada, al franco asalto.
Hoy se marcha por la dignidad de la mujer. Pero la puerta que abre es mucho más grande. Necesitamos, nos urge, repensar nuestra sexualidad. La de todos, pero en particular la heterosexualidad masculina.
Las "sexualidades alternativas" (detesto el término - alternativas a qué?), los feminismos, han tenido la ventaja de tener este diálogo desde hace ya casi un siglo. Pero la heterosexualidad se conforta con ser un espacio del mutismo ensombrecido. Donde nada se cuestiona, nada cambia, nada vale la pena contar. Dice que así son las cosas y siempre han sido. No se atreve a mirar, a pensar, a hablar.
Necesitamos hablar de estas cosas. Necesitamos volver a narrarlas de otra forma. Necesitamos entenderlas. Que puedan suceder en la luz, en el diálogo. Necesitamos educarnos con amigxs y no con anuncios de cerveza.
Hay muchas maneras de ser un hombre. Se puede ser un hombre digno, orgulloso, sexual.
Que la valentía de las mujeres de México nos de pie a mirar con honestidad y valentía el maldito rincón oscuro de las sexualidad masculina.